Las clases se articulan sobre dos ejes principales; el entrenamiento físico y la improvisación e investigación del movimiento, desde una perspectiva del cuerpo como un sistema con fuerza, potencia, reacción, flexibilidad, resistencia, conciencia y sensibilidad. Generar sostén muscular para poder luego desplegar y activar los tejidos y la estructura, poder  disociar las diferentes partes del sistema como asimismo comprender globalmente su movilidad y conexiones.

Entrenar, mirar, tocar, moverse ensanchando la percepción y disponibilidad de nuestro cuerpo, bailar con la energía necesaria, atendiendo a una percepción abierta, a la escucha de la información sensible del cuerpo, apostando siempre a la experimentación.

La motivación principal es indagar en qué puede un cuerpo, el cuerpo de cada persona en particular a través de la improvisación. Las clases admiten diferentes niveles de formación. El cuerpo, la práctica física, la danza como un modo particular y específico de conocimiento sobre el mundo y las relaciones entre personas, cosas, materia. La posibilidad de desarrollar conocimiento individual y colectivo. Modos personales de moverse con consignas que funcionan como vertebradoras del trabajo. La clase como laboratorio, el entrenamiento al servicio de cómo esa información se genera, se mueve y nos hace mover.

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